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Es tiempo de motivar y no de mandar: bienvenidos al liderazgo del siglo XXI

· Por Lucia Bayce Filloy, Directora de Comunicación y Marketing de GFT España

martes 18 de marzo de 2025, 09:23h
Lucia Bayce Filloy, Directora de Comunicación y Marketing de GFT España.
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Lucia Bayce Filloy, Directora de Comunicación y Marketing de GFT España.
“En la actual sociedad digital, donde predominan las prisas, la ansiedad, la incertidumbre y el dinamismo forman parte del día a día, los liderazgos tradicionales son inoperativos y muy poco sostenibles socialmente. el éxito y el fracaso se suceden de forma constante, la superación de obstáculos fomenta una cultura de resistencia y crecimiento continuo. Necesitamos trabajar con empatía, humildad y escucha activa desafiando y alterando las prácticas convencionales. Necesitamos pensamiento creativo y la disposición para tomar riesgos calculados, un líder retador impulsa avances y evolución, creando oportunidades y soluciones únicas”.


El mundo laboral está cambiando a pasos agigantados, y también las expectativas de los trabajadores. Las nuevas generaciones, con mayor acceso a la información y educación, buscan líderes que inspiren, motiven y guíen, no solamente que den órdenes. El mundo ha tomado otro rumbo hasta el punto de que hoy, los grandes conocimientos, una gestión eficiente o una actitud enérgica tampoco son suficientes. Se necesita un nuevo concepto de liderazgo que pasa a formar parte de una de las competencias actitudinales necesarias de cada uno de los profesionales que se enfrentan a los nuevos desafíos del mundo laboral y comercial del Siglo XXI.

La era del liderazgo inspirador llegó para quedarse. Un líder que inspira puede contribuir a mejorar el clima laboral y reducir la rotación de personal, lo que a su vez fortalece la reputación y la competitividad de la empresa.

Atraer y retener los profesionales adecuados exige tener en cuenta aspectos que van desde la experiencia de los empleados al teletrabajo y la sintonía con los valores de la empresa. Puede que fenómenos como el de la Gran Renuncia, que ha afectado de una forma acusada el mercado laboral en Estados Unidos, no se hayan hecho notar demasiado en España, pero no deja de ser cierto que entre las consecuencias que ha dejado tras de sí la pandemia está una cierta reevaluación de las prioridades vitales y un mayor énfasis en la mejora de la conciliación laboral y personal de las personas. Factores como la flexibilidad laboral, un buen ambiente de trabajo y la alineación con los valores de la empresa cobran cada vez más importancia y se convierten en aspectos críticos en la gestión de Recursos Humano.

Para dar respuesta al entorno actual de cambio exponencial y de crisis global, es preciso asumir un nuevo paradigma de Liderazgo. Este nuevo paradigma lleva aparejada una cultura organizativa “moderna”, ágil y de alto rendimiento que promueve la colaboración fluida y el desarrollo integral de las personas. Cada individuo de la organización es llamado a asumir su propio liderazgo, desde su autenticidad, con una orientación a resultados e impulsando el trabajo en equipo. El “nuevo” RRHH está destinado a ser socio del negocio por su aportación de valor añadido y su rol estratégico en liderar este cambio cultural

Recursos y talento humanos son dos pilares fundamentales de las organizaciones y conocer sus objetivos puede ayudar a comprender mejor sus diferencias. Principalmente, el talento humano tiene como objetivo encontrar soluciones para mejorar los procesos que implican la gestión del talento organizacional. Además, fomenta la cultura empresarial en beneficio del rendimiento y la productividad de la organización.

Gracias al talento humano las empresas reducen la brecha entre las competencias requeridas y la disposición de los trabajadores. Otro objetivo significativo de este concepto es mejorar la satisfacción laboral de los empleados, para disminuir la rotación de personal.

Se acabó lo de 'Departamento de RRHH'. Recursos humanos son las ganas de la gente, el compromiso, la entrega, la creatividad, la buena comunicación, el prestigio interno de la dirección o el trabajo en equipo, y no el número de personas que trabajan en la empresa, ni las horas de formación realizadas o el coste de las nómina".

Pues esta sociedad sufriente, post pandemia, todavía no ha aceptado sus propios cambios, como para también aceptar a una empresa que no cumple. Y es entonces donde el liderazgo, cobra una nueva dimensión, una nueva descripción, una nueva interpretación, para cuyo protagonismo será necesario, que acepte que solo no puede; que no alcanza con lo que sabe, que su zona cómoda de mando, ya es insuficiente, y que su equipo de trabajo, ya no podrá estar trabajando dentro de sus propias paredes y de sus propias miradas. El resultado: un liderazgo humanista, integrador y participativo, en el que la pluralidad de ideas, sea la plataforma para la creatividad y la interpretación del mercado, en su lucho por permanecer y crecer.

Por lo tanto, los líderes tienen el desafío de potenciar en sus equipos un mayor sentido de pertenencia y la vivencia diaria de la cultura y valores organizacionales. Liderar con confianza y autonomía significa también ejercer menos control, promoviendo la colaboración y el constante intercambio de ideas y buenas prácticas entre los colaboradores. El liderazgo debe considerar, además, que la cercanía y la escucha serán actitudes clave para entender cómo se siente cada colaborador, cómo cada uno está enfrentando los cambios y qué expectativas o necesidades tienen, de manera a flexibilizar la gestión de sus equipos y ayudarlos a desarrollar su máximo potencial.

En un presente inmediato, los directivos deberían reconocer, agradecer y sostener esta energía colectiva, donde cada persona es más autónoma, flexible y responsable y pone el foco en aportar valor a la compañía, con independencia de su título, nivel jerárquico, ubicación física o departamento. Por ello, es importante fomentar y premiar esta actitud y comportamiento, más que rediseñar los organigramas o ajustar las descripciones detalladas de cada puesto.

Algunas ideas sobre lo que para mí son factores de un liderazgo excelente:

Si quieres que tu equipo produzca más, sea más feliz, se comprometa más con el proyecto y dure más años en la empresa, tienes que ser algo más que un jefe. Y la única forma de conseguirlo es que aprendas a identificar los cinco rasgos que distinguen mandar de liderar:

Ser líder es saber comunicar

Liderar es en gran medida movilizar, influir y orientar a otros profesionales hacia la mejora continua y la consecución de objetivos ambiciosos. Por eso, los líderes del futuro tienen que ser extraordinarios comunicadores. Y aquí no hablamos solo de discursos en ocasiones señaladas. Hablamos de humildad, de empatía y de un contacto diario y cercano.

Los privilegios

Apreciar los privilegios que tenemos es crucial para la gratitud y el entendimiento.

La humildad

Mantener siempre un poco de humildad nos hace más justos. Hoy más que nunca, es importante recordar que los demás también nos han ayudado en el camino.

Ser bueno

Pensar en la muerte de vez en cuando nos ayudaría a ser más éticos, más buenos y menos estúpidos. Creo firmemente que ser una buena persona es rentable, no sólo porque llegas más, sino fundamentalmente porque te lo pasas mejor. "Ser bueno es estupendo".

La importancia de la curiosidad

Mantener la curiosidad intelectual nos enriquece y nos hace crecer. Nunca he rechazado aprender algo nuevo y siempre busco conocer más sobre diferentes culturas.

Por último, las empresas que buscan prosperar en el futuro necesitan líderes que inspiren, motiven y empoderen a sus equipos para alcanzar el éxito común. Por eso, la búsqueda de talentos con capacidad de liderazgo es una tarea crucial para las organizaciones que desean mantenerse a la vanguardia.

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