Cuando líderes y personalidades influyentes optan por la deshonestidad imprudente, las consecuencias se extienden mucho más allá de la mentira. La confianza, una vez rota, es difícil de reconstruir.
En ese sentido, me temo que el enfoque del llamado "Arte del Negociación" en Estados Unidos pone de relieve cómo las ganancias a corto plazo, basadas en el engaño, conducen a daños a largo plazo. Estoy firmemente convencido de que es hora de defender nuestros valores y exigir algo mejor. Nuestra verdad en Europa puede resultar incómoda o incomoda, pero a largo plazo la verdad es el único cimiento que perdura, y Europa debe enfrentarse a la realidad.
Debería haberme advertido Henry Kissinger, quien sirvió como secretario de Estado de Richard Nixon hace medio siglo. Se le cita diciendo: "Si tienes a Estados Unidos como enemigo, tienes un problema, pero si lo tienes como amigo, estás en serios problemas".
Durante 30 años haciendo negocios con una visión global y una aplicación local, he aprendido que en todas partes los negocios se basan más en la confianza que en la pura competitividad.
No es que haya olvidado el Plan Marshall estadounidense que condujo a la reconstrucción económica de Europa y su defensa de la democracia. Al contrario, no pierdo la esperanza de líderes occidentales más capaces. La confianza y la honestidad deben recuperarse. De lo contrario, el negocio y su credibilidad se irán a pique. Recuerde: sin confianza, no hay negocio.