Hay un debate abierto sobre la viabilidad económica de Madrid de cara al futuro a medio y largo plazo. De un tiempo a esta parte, los resultados de Madrid como ente económico están dando sustos no solo a los gestores políticos, sino a empresas y a los vecinos que pagan sus impuestos. Madrid ha perdido fuelle e interés, no funciona como buen atractor de negocio.
Ahora parece que el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Madrid se han unido para salvar el aeropuerto de Barajas, pero el problema tiene mayor calado y profundidad.
España debería en general de dejar de mirarse al ombligo e intentar salvarse ella sola de la crisis que azota nuestros sistemas políticos y económicos: no ha sido bueno para España que fiara toda su recuperación en proyectos caprichosos como el Madrid 2020 o el Eurovegas. Parece como si quisiéramos que otros vengan a ayudarnos. Se ha acabado ya la leche maternal de los Fondos de Cohesión y Estructurales de la UE y queremos buscar otros “salvavidas” que parece no llegarán.
Ahora se quieren echar las culpas a la British Airways, si caer en el razonamiento de que Iberia tuvo que caer en sus manos por las mismas razones que ahora estamos intentando explicar: Madrid carece de viabilidad financiera a medio plazo. Hay ejemplos de situaciones parecidas en muchas grandes ciudades de los Estados Unidos, que nos pueden servir de modelo.
El caso de Las Vegas es excepcional y no resiste comparación con Madrid, cuya vocación, como capital del reino, debe ser otra. Cuenta en la actualidad con 150.000 plazas hoteleras, de las que unas 20.000 son de reciente creación. Desde hace diez años la ciudad de Las Vegas mantiene su volumen de visitas estable, con un crecimiento mantenido, y con un índice de ocupación por encima del 85%.
En el caso de España, Madrid cuenta con unas 80.000 plazas hoteleras, al que superan Barcelona con unas 110.000, pero Málaga, por ejemplo, tiene 85.000, Alicante casi 70.000, y, fijaos, Baleares 315,000, Las Palmas 76.000 y Tenerife 82.000.
Hay quien piensa que a Madrid le vendría muy bien el Eurovegas. Traería quizás otra clase de público, aunque tendría que incrementar necesariamente el número de plazas hoteleras, que probablemente se construirían en el propio Eurovegas. El proyecto de Madrid 2020 intentó animar a la creación de nuevos hoteles, pero la caída de visitantes a Madrid de los últimos años no permite que ninguna cadena se arriesgue a una inversión de este tipo.
España cerrará 2013 con casi 60 millones de turistas, un récord histórico, solo en julio recibió caso 8 millones, 321.000 más que el año anterior, un gran suelo de riqueza constante para nuestro país. Lo que ocurre es que no tienen como destino Madrid-Barajas (esto no es París...), sino aeropuertos como Alicante, Málaga, Barcelona, Palma o los destinos canarios.
Existen incluso situaciones paradójicas: hay cruceros que recalan en Valencia o Barcelona que buscan visitas puntuales de solo unas pocas horas a Madrid, en los trenes de alta velocidad, para ver el Prado y alguna cosa más. Como ocurre con Civitavecchia y te acercan a Roma pero a lo bestia.
Es posible que Madrid requiera una gran inversión publicitaria en clave turística, para recuperar el espacio perdido, pero va a ser difícil competir con el turismo de sol y playa.
Quizás haya que buscar el tipo de público que visita Viena o San Petesburgo (museos del corredor del Prado, adyacentes como Aranjuez o El Escorial...,)
Pero Eurovegas no será la tabla de salvación de Madrid como proyecto capitalino. El debate sobre el cambio de la legislación del tabaco es una simple "cortina de humo" en comparación con el resto de las necesidades que plantea el proyecto, entre otras:
- Aeródromo propio para los visitantes VIP (¿quién lo construirá?)
- Tren bala a Barajas, para el resto de los visitantes (¿quien lo construirá?, ¿será Metro o Cercanías?)
- Que las personas que ganen premios tributen en su propio país de origen o donde fiscalmente les corresponda (esto sería un desastre imposible de justificar ante el Parlamento...)
Estamos en un momento en el que España debe lamerse sola sus heridas, y dar la sensación, ante los demás, que tiene la saliva suficiente para hacerlo por sí sola.