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LA DUDA INCORRECTA

El suicidio de la derecha

Por Luis Sánchez de Movellán, Doctor en Derecho. Director de la Vniversitas Senioribvs CEU

By Luis Sánchez de Movellán
viernes 29 de mayo de 2015, 19:22h
El suicidio de la derecha
En toda la historia de la democracia española, nunca un partido había tenido la hegemonía que ha tenido el PP, tanto en el respaldo parlamentario como en comunidades autónomas o ayuntamientos. Han sido cuatro años de vino y rosas que Rajoy ha desperdiciado y ha conducido al centro derecha español al abismo. Los ciudadanos españoles le dieron, en las elecciones de noviembre de 2011, un respaldo abrumador para que enderezara España, la sacara de la locura sectaria y revanchista de Zapatero y se recuperara el equilibrio y la sensatez. El gobierno socialrevolucionario de Zapatero dejó a España al borde de la quiebra y de la intervención. Y, por ello, uno de los asuntos prioritarios con los que se encontró Rajoy era el de la economía. Pero no era la economía lo único que había desquiciado las ocurrencias y los delirios del anterior Presidente. En el legado zapaterista había toda una cascada de leyes perversas para cambiar sociológicamente España en una operación de ingeniería social como no recuerdan tiempos pasados.
Luis Sánchez Movellán
Luis Sánchez Movellán


La tan traída y llevada ley del aborto, la ley de igualdad de género, la ley del “matrimonio” homosexual, la ley de memoria histórica…toda una pléyade normativa que convirtió a España en un país laboratorio de las más disparatadas, extravagantes y sibilinas operaciones de cambio social, ante las cuales se iba a encontrar el gobierno popular y que le obligaban a volver por la senda de la razón, de la decencia, de la prudencia y de la sensatez.

El ejecutivo de Mariano Rajoy tenía ante sí toda una doble, complicada e importante misión que cumplir: por una parte, estabilizar y reconducir la economía y, por otra, recuperar los derechos y libertades perdidas como consecuencia del talante despótico y dictatorial del visionario Zapatero. Era una tarea difícil, compleja y apasionante en la que se comprometió Rajoy ante sus electores, que le habían dado más de once millones de votos para tal encomienda.

Sin embargo, a Rajoy le empezaron a temblar las piernas porque dar marcha atrás en la ingeniería social zapaterista, conllevaba un riesgo: el oponerse a la máxima, aceptada en nuestra patria como un dogma de fe, de la superioridad moral y ética de la izquierda. Significaba enfrentarse a la political correctness. Significaba entrar en la batalla cultural con las tesis predominantes de la progresía más reaccionaria y recalcitrante.

Las batallas se ganan o se pierden, pero la peor es la que no se da. Rajoy en un acto de cobardía axiológica, se olvidó de los principios y los valores. Prefirió dedicarse solamente a la economía, como si fuera un tendero y no un político, para no arriesgar el poder por cuestiones tan abstrusas e intrincadas como la moral y la lucha por las ideas.

El gobierno más respaldado de la reciente historia de la democracia española tenía que elegir entre la indignidad cobarde y el coraje de dar la batalla de las ideas. Han escogido –y, por cierto, el resultado electoral de las municipales y autonómicas lo demuestra y la tendencia para las inminentes generales lo señala- el camino de la derrota y el suicidio político. Dejar a España sin un referente en la derecha es un acto de traición de lesa patria.


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