Llego el nuevo gobierno, el gobierno de la nueva política, la de aquellos que transformarían la sociedad y acabarían con las desigualdades sociales, aquellos que nos hablaban de la pobreza infantil, de las pensiones y salarios dignos, los de las energías renovables y los que venían a regenerarlo todo. En poco mas de dos semanas, las ilusiones de los incautos, las ilusiones de todos los que pensaban que una nueva forma de hacer política era posible, las esperanzas de la gente de buena fe, que acabaron creyéndose las promesas de estos charlatanes de feria, se han visto defraudados, engañados y, sobre todo y muy importante, se les ha quedado cara de haba.
Todo se resume en sacar a Franco del Valle de los caídos. Nadie hasta la fecha se había dado cuenta que para solucionar los males que aquejan a esta nación milenaria, deben sacar los restos del que fue jefe del estado, profanar su tumba y llevarlo a otro lugar. Solo así, España solucionara la pobreza infantil y las desigualdades sociales. Es incluso probable que con esta medida también acabemos con el hambre en África y posiblemente, en otros continentes del sudeste asiático.
Otra de las medidas estrellas que pueden ayudar a garantizar las pensiones y a conseguir la igualdad salarial entre hombres y mujeres, será el de incluir en el código penal, cualquier apología del franquismo. Se prohibirán libros, se multarán a los díscolos y se encarcelara a los disidentes, y todo ello en nombre de la libertad de expresión y la democracia. Sin olvidarnos de anular todos los juicios de los 40 años de franquismo, lo que de facto supondrá la equiparación de víctimas con sus verdugos y asesinos. Esta medida busca rehabilitar a sus criminales, los culpables de las torturas, paseíllos y desapariciones en la retaguardia, y que, en gran medida, eran militantes del partido socialista, el mismo partido que ahora borra la historia y nos ocultan los crímenes cometidos.
Entre este ramillete de medidas de gran calado social, está la propuesta de la ministra de justicia, Dolores Delgado de acercar a sus domicilios a los políticos presos involucrados en la intentona golpista protagonizados por el separatismo en Cataluña. Y seguramente, también el de indultar a su “gran amigo”, a su “queridísimo” ex juez prevaricador, Baltasar Garzón.
En poco mas de dos semanas, el gobierno del cambio, nos trae un barco cargado de inmigrantes ilegales, movilizando 6 ministerios y 2.300 personas, quiere un sistema de salud universal, también para ilegales sin necesidad de cotización alguna, desea la retirada de las concertinas de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla que puso el gobierno del también socialista, Rodriguez Zapatero, y prevé una subida de impuestos que alcance los 6.500 millones de euros, seguramente para pagar todo lo anterior. Me da la sensación de que la nueva política propuesta, se parece mucho a la vieja política, a esa política que ya conocíamos. Ministros que se ven obligados a dimitir, después de saberse que fueron sancionados por defraudadores fiscales, otros imputados o investigados por temas de robo de agua en Doñana, y un presidente, que según parece, ha tenido que retocar su curriculum, pues el anterior no se ajustaba a la realidad. Lo dicho, todo muy en línea con la antigua política.
Un gobierno socialista que se apoyara en el Partido Popular en lo económico, y en los comunistas de Podemos en lo ideológico, pero siempre sin olvidar que lo verdaderamente importante para el avance social de este país, es denunciar el concordato con la Santa Sede, sacar a Franco del valle de los caídos, imponernos la verdad por decreto y por supuesto ver como normales el adoctrinamiento de nuestros hijos y las leyes LGTBI. Quizá el tema del concordato quede en un segundo plano, si según parece, la conferencia episcopal española, colabora en profanar los restos de aquel que les salvo de su desaparición, de su exterminio, aquel que consiguió que hoy en día se pueda ser católico en España.
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