Hermanos: si España (incluida Cataluña y todos los demás) es un país para viejos, en el que el crecimiento demográfico es el más bajo del mundo junto con el de Japón. Y en el que las pensiones las pagan los que están trabajando. Lo tenemos muy crudo los nacidos en el “
Baby Boom” de los años sesenta. Si, además, los migrantes (parece ser que ahora se dice así) no deben venir a nuestras tierras porque nos quitan el trabajo, les ponemos barreras y dificultades, pues peor.
Ya sabemos que las pateras vienen llenas de abogados, arquitectos, especialistas tornero-fresadores, o capataces de la construcción. (Es ironía) Y que el trabajo en España es escaso y nos lo debemos repartir entre nosotros, los españoles. Nos debemos repartir los trabajos de cuidar a nuestros ancianos, o los de baja cualificación profesional. ¡Que no nos los quiten, por Dios! (Más ironía)
La cuestión es si tenemos miedo a que la selección española de futbol de dentro de veinte años se parezca a la selección francesa de hoy, en la que casi no hay ningún apellido francés de pura cepa (Garçon, Martin o Dupont). Y los pocos jugadores de raza caucásica que hay se llaman Griezmann, Lloris o Hernández (apellidos alemanes y españoles).
La otra posibilidad es si optamos por una nación llena de españolitos ancianos de pura cepa, apellidados García, López o Martínez, con trabajos a los 75 años para completar la escasa pensión que vamos a recibir. Pero sin migrantes que nos molesten.
Y mientras tanto el interior rural de nuestro territorio está despoblándose a marchas forzadas. Menos en fines de semana, vacaciones y fiestas de guardar en que volvemos al pueblo a descansar. Tendremos que elegir, digo yo. Amén.