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EL CORONAVIRUS PONE EN EVIDENCIA LA CRISIS DE NUESTRO SISTEMA AUTONÓMICO

La puntilla al Estado de las Autonomías y el fin de la Unión Europea
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La puntilla al Estado de las Autonomías y el fin de la Unión Europea

· Por José Luis Barceló, Editor-Director de "El Mundo Financiero"

By José Luis Barceló Mezquita
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viernes 13 de marzo de 2020, 19:26h
La crisis social, sanitaria y económica que está provocando el Covid-19 ha puesto patas arriba la naturaleza perversamente contraria al interés general de la ciudadanía que nos ha traído el Estado de las Autonomías. La ausencia de coordinación entre las diferentes Administraciones públicas nacionales, especialmente entre las Autonómicas y el Estado Central, ha quedado patentemente manifiesta desde el momento en que el Presidente del Gobierno Pedro Sanchez se ha limitado a “recomendar” que los colegios públicos y centros universitarios del país cierren sus clases a la docencia. Hasta la declaración del Estado de Alarma el viernes 13 de marzo, nada de nada. Mientras, hacía días que regiones como Madrid o Vascongadas ya habían adoptado sus propias medidas, al margen de lo que se pudiera hacer en el resto del país.Nuestro Estado de las Autonomías acaba de demostrar que no funciona y que es contrario a los intereses de los ciudadanos.

Resulta asombroso que a estas alturas de la crisis sociosanitaria más grande que se recuerda en Europa desde la peste de 1350, el Gobierno de España no haya sido capaz, por ejemplo, de cerrar el espacio aéreo y marítimo de los archipiélagos Balear y Canario. Y que debería haber sido automática, así como la clausura de las fronteras de Ceuta y Melilla por todos los medios.

España ha tenido una oportunidad, ya perdida, de demostrar que las Autonomías podrían haber funcionado en coordinación, y han hecho realmente todo lo contrario, poner en riesgo la vida de las personas, de los administrados, de los que votan, de los que sostienen este sistema muerto y corrupto con sus impuestos.

Qué decir de la ausencia deiniciativas por parte del gobierno Central. Lamentable. Las funciones disminuidas del Ministro de Sanidad han quedado en evidencia, un ministerio que carece de competencias, que no tiene ciertamente ninguna para ejercer porque todas están transferidas a las Comunidades Autonómicas, unas autonomías que deberían haber quedado absorbidas por iniciativa gubernamental nada más declararse luna crisis que no tiene vuelta atrás.

El Ministro de Sanidad es un ausente, un fantasma en un ministerio que ha sido dividido en tres: lo que antes hacía una Ministra, ahora lo hacen tres señores en el mismo edificio del Paseo del Prado.

Ni el Ministerio de Sanidad ni el resto del Gobierno han sido capaces ni siquiera de establecer la mínima coordinación necesaria entre Autonomías para afrontar una crisis que puede costar la vida a miles de españoles, especialmente los mayores, los de la tercera edad, de los que tanto se acuerdan los políticos cuando llegan las Elecciones.

Esto es el fin del sistema, habrá, si llegamos vivos, un antes y un después de lo que estamos viviendo.

Y podemos sacar los colores también a la ineficacia estrepitosa de la Unión Europea, otra “administración fallida”. Bruselas, como suele ser habitual en ella, se pone de perfil cuando cunden los problemas. Ya lo hizo en situaciones bélicas, como las guerras de los Balcanes, la crisis de Ucrania o la crisis turco-siria de las últimas semanas.

La Unión Europea ha puesto incluso en peligro la supervivencia de la NATO, no hemos hecho caso a los requerimientos de nuestros aliados, especialmente de los Estados Unidos. No cabe esperar nada de la UE ni de Bruselas, ni de los diputados que allí nos representan. Se acaba de demostrar que no valen para nada y que no tiene ninguna utilidad su existencia.

Cabía esperar que tras el Brexit podría haber habido algún ágil movimiento en favor del esfuerzo político. Dramática esperanza. No se puede esperar nada de una burocracia inútil que se parece mas a la mastodóntica burocracia soviética, que a la eficiencia que requiere un estado moderno.

Ya no cabe esperar nada, esto es el fin. Se ha llegado a un punto y final. O España acaba con el inútil estado de las autonomías o las autonomías acabarán con España. Quedaba cierta ilusión. Debemos perderla. Es mejor adelantarse.

Después de los acontecimientos que están ocurriendo con la crisis del Covid-19, otro tanto ocurre con la UE: Italia ha quedado abandonada a su suerte, no hemos tenido más que asistir a diario a los informativos para darnos cuenta de que no hay discurso en la UE.

El gran problema de la UE, frente a sus competidores más directos como Rusia o Estados Unidos, es que no vamos en una dirección, sino que cada país tiene la suya propia, que suele depender de los politicuchos al mando. Rusia o EEUU mantienen una dirección constante en sus asuntos.

Siempre me sentí europeísta. Y creo que lo sigo siendo. Pero es justo en los momentos difíciles cuando se debe lo que se es capaz de hacer, si hay identidad en los objetivos, si se entiende que estamos en una misma colectividad a la que defender, si pensamos que todos somos ciudadanos de un mismo cuerpo. Ya se ha visto que no. Y esto se tiene que terminar.

No será raro que tras la crisis que estamos viviendo, la sanitaria, la vital, y la económica y empresarial, haya entre los supervivientes a la hecatombe general muchos mas euroescépticos que antes, descontando el Brexit.

China al menos ha demostrado que su sistema es capaz de mirar por sus ciudadanos y de trabajar en una sola dirección. Ha dado la vuelta a la curva de infectados y ha paralizado la extensión del virus. Se recuperará pronto y agilizará nuevamente su economía, poniendo a todos a trabajar en la misma e ilusionaste dirección en pro de la colectividad. China incluso, después de pasar su calvario, ya está enviando ayuda sanitaria a otros países, especialmente europeos.

Ha demostrado que su sistema vertical es respetado por los ciudadanos, y que la jerarquía de sus mandos transmite decisiones y órdenes que se cumplen. Y ha habido un mando único que ha sido capaz de hacer hospitales enteros en cuestión de pocas horas, mientras aquí no hemos sido capaces ni de comprar mascarillas.

Donde China ha obtenido ratios de entre un 2 y un 3% de mortalidad, en Italia o España nos hemos disparado a un 8%.

Debemos concuir que el sistema centrrípeto que sostenemos en España no solamente es carísimo, sino que no redunda en absoluto en el interés de los ciudadanos, que son los que lo sostienen. Cada región ha ido por su lado, regulando lo que se le antojaba, aún a riesgo de poner en peligro la vida de los administrados. Podríamos abundar en la falta de material, y en los agujeros de un sistema desmembrado que no vela por el interés general, sino, como ha quedado demostrado, por el interés de los partidos y de sus mandamases.

Aquí no solamente han acabado con nuestro dinero y nuestras ilusiones, sino también con la salud y la paciencia. Esto ya es demasiado.

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