Hoy, cuando escribo esta carta, es 21 de marzo: comienza la primavera, quién lo diría. Hace una semana que estamos recluidos en casa. Me encuentro desolado por el acontecer de la crisis provocada por el dichoso virus. Antes de exponer mi parecer con referencia a lo que está sucediendo, quiero decir que no soy médico ni experto en campo científico alguno relacionado con virus, epidemias o pandemias, todos mis comentarios, al respecto, son el resultado del simple uso de la razón.
Al inicio de esta epidemia, las autoridades sanitarias gubernamentales, nos informaron, meticulosamente, de las conductas que deberíamos seguir para prevenir el contagio: no salir de casa, lavarnos las manos, mantener la distancia de seguridad con los otros…Me sorprendió que entre estas medidas de prevención no estuviese la del uso de la mascarilla.
Pasados unos días, las mismas autoridades sanitarias, ante la pregunta de algún ciudadano al respecto, contestaron que la mascarilla no era eficaz para prevenir el contagio, pues aunque se llevara puesta, los virus podrían pasar al organismo. Sí reconocieron, sin embargo, que podría ser eficaz si se utilizara por un afectado, pues impide que el virus sea expandido por éste. Estas explicaciones -difíciles de entender- podían tener su lógica cuando creíamos que todos los afectados estaban hospitalizados o confinados en casa, por lo que decidimos hacer, algunos, muchos, nuestras tareas imprescindibles fuera de nuestros hogares sin tal mascarilla. Pero, ¡oh, sorpresa, perplejidad!, a los pocos días nos enteramos, por las mismas autoridades sanitarias, que los posibles afectados podrían ser decenas de miles, pero que al ser asintomáticos, no figuraban en la tasa oficial de positivos, y que éstos (los asintomáticos) podían transmitir la enfermedad. ¿Cómo es que en este momento no nos dicen que tenemos que ir todos con mascarilla? Si la misma es eficaz para evitar que un contagiado transmita la enfermedad, ¿por qué no llevamos mascarilla todos, cuando sabemos que decenas de miles de personas están afectadas y hacen vida normal? Es aterrador ver a numerosas personas que, inevitablemente, tienen que circular por la calle, ir al supermercado, entrar en el metro, conducir un taxi o autobús y no llevan mascarilla, porque les dijeron, las autoridades sanitarias, que no era necesaria.
En este momento, y después de lo dicho, nos encontramos en disposición de poder hacernos una serie de preguntas con sus correspondientes respuestas:
¿Por qué el gobierno no obliga a llevar mascarillas? Porque no dispone de las mascarillas suficientes para toda la población y, consecuentemente, no puede obligar su utilización.
¿Por qué no dispone el gobierno de las mascarillas necesarias? Porque no tomó las medidas oportunas para hacerse con ellas o fabricarlas con el tiempo necesario.
¿Por qué el gobierno ni tan siquiera recomienda su utilización? Porque si los ciudadanos son conscientes de la importancia de su uso y el gobierno no es capaz de conseguirlas, habría una respuesta contundente y crítica contra él, con la consiguiente pérdida de votos, y éstos, los votos, los partidos políticos no los pueden perder, aunque nos cueste la vida.
Pues sí, a todo lo anteriormente comentado, se llega mediante el simple uso de la razón, y la razón nos dice que el comportamiento de los ciudadanos, de nosotros, en esta crisis, es responsable, disciplinado…ejemplar y, a pesar de ello, posiblemente por la incompetencia de los políticos de turno, nos veamos abocados a un final de la crisis… no deseado.
Pero mañana, muy pronto, volverá a ser primavera.