Lo que sí produce más impacto es la reacción que han podido tener algunos periodistas de referencia (una pequeña parte, eso sí), entre los medios de comunicación tradicionales, o un segmento de los aficionados al balompié. Se ha atacado a Ibai, porque lejos de haber pasado por una facultad de Ciencias de la Comunicación, “es un youtuber”. Y se ha puesto en la picota al propio Leo por haber elegido a ese interlocutor y no al presentador de un programa de radio o televisión en España, de los de siempre.
Cualquier periodista (da igual su juventud o veteranía) es consciente hoy de que las audiencias se han fragmentado, y de que el consumo de nuevas plataformas audiovisuales y digitales se ha disparado (frente a los clásicos medios: prensa, radio, televisión). Y debería saber, por consiguiente, que cuando hay jóvenes de doce o catorce o dieciséis años que apuestan de una manera aplastante por los nuevos formatos y por los nuevos rostros (porque libre y legítimamente se sienten atraídos y entretenidos), resulta simplemente baldío matar a ese nuevo mensajero (el youtuber de turno) o a esos protagonistas (sea Messi, Cristiano o Mbappé) que prefieren dialogar con ellos.
El desafío de estos nuevos escaparates de creación y difusión de contenidos masivos, casi unipersonales en contraposición a los grandes imperios mediáticos, debería actuar de acicate para estos últimos: para su revisión, para su reinvención, para su regeneración… desde el realismo y la aceptación de un nuevo escenario de cohabitación y convivencia entre ambos tipos de actores, en el que los primeros están al alza y los segundos en parsimoniosa decadencia.
Cuesta entender que un joven, con un pequeñísimo grupo de amigos profesionales que le ayudan, tenga más poder, impacto, tirón e influencia que un gigante empresarial (sea de radio, televisión o prensa) que invierte y gasta cientos de millones de euros en su infraestructura. Precisamente por eso, lo más inteligente y útil sería responder a este reto con cabeza, ideas y talento… no con palos o gritos o lamentos.