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PERSPECTIVAS INFLACIONISTAS

Suben los precios, sobre todo en EE. UU. ¿Es solo culpa de la pandemia o es que la inflación regresa con fuerza tras años de ausencia?

Suben los precios, sobre todo en EE. UU. ¿Es solo culpa de la pandemia o es que la inflación regresa con fuerza tras años de ausencia?
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  • Por Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch

martes 28 de septiembre de 2021, 12:18h
Cuando la Oficina del Censo estadounidense, el U.S. Bureau of Labor Statistics, publicó recientemente los datos sobre la evolución de los precios al consumo, a algunas personas les debió de dar un infarto: en mayo de 2021, los precios aumentaron nada menos que un 5% en comparación con el mismo mes del año anterior, lo que supone el mayor incremento en 13 años. Muchos se preguntan si se trata tan solo de un efecto estadístico, puesto que hace un año, poco después del estallido de la pandemia, la inflación estaba por los suelos. Hoy, en cambio, un año y muchos millones de vacunas después, la vida parece volver a la normalidad y los precios suben porque la gente vuelve a consumir y a comprar. ¿O en realidad no es solo eso? ¿Estamos ante el comienzo de una nueva era inflacionista?

La mayor subida de precios en 30 años

En la búsqueda de respuestas, es imposible obviar la pandemia y su evolución. Es cierto que los datos de inflación actuales parecen muy elevados porque el año pasado eran muy bajos; los estadísticos hablan de un efecto de base. Basta con fijarse en el ostensible incremento de los precios de la energía y de las materias primas, o pensar en la última visita a la gasolinera: en doce meses, los precios de la gasolina han aumentado un 56%

Para eliminar estos efectos especiales, se calcula la llamada tasa de inflación subyacente, que excluye los precios de la energía y de los alimentos para dibujar una imagen más precisa de la evolución de la inflación de base. Ahí es donde se ve que el aumento de la inflación en EE. UU. es, con un 3,8%, menos marcado que la inflación general del 5%. Y aquí viene el pero: ¡este valor representa la mayor subida de precios en casi 30 años.

Por supuesto, esta alza puede deberse también a una escasez de suministros causada por la pandemia y, por lo tanto, temporal. Un buen ejemplo de ello es el aumento de los precios de los coches usados en EE. UU., a pesar de que representan un porcentaje muy pequeño (3%) de la cesta de la compra que los estadísticos utilizan para calcular la inflación. Sin embargo, que los coches de segunda mano se encarezcan un 29,7% en un año sí repercute en la tasa de inflación. Alrededor de un punto porcentual de ese 3,8% corresponde a los automóviles usados. Pero ¿por qué han subido tanto sus precios?

El imperio de los coches usados

Cuando se desató la pandemia hace más de un año, nadie quería comprar un coche nuevo. La gente prefería reservar el dinero, ahorrarlo, por lo que pudiera pasar. El miedo a perder el trabajo. En caso de necesidad, el coche viejo todavía podía servir. Y como en aquel momento nadie quería un vehículo nuevo, hoy hay menos automóviles de segunda mano atractivos. Simple y llanamente, hay una falta de oferta. La demanda, en cambio, ha vuelto a aumentar, sobre todo porque muchos estadounidenses no tienen problemas económicos gracias a las generosas ayudas del Gobierno contra el coronavirus, con lo que los precios de los vehículos usados se han disparado.

Estos efectos excepcionales ilustran la fuerte distorsión que la pandemia ha causado en la evolución de los precios de ciertos sectores. Seguramente estos efectos se vayan diluyendo en el transcurso de los próximos meses.

Entonces,, ¿no nos tenemos que preocupar por la inflación?

Sigue habiendo un riesgo. Es muy posible que el impulso inflacionista motivado por las dificultades en las cadenas de suministro dure aún un tiempo y empuje a la gente a ajustar sus expectativas de inflación. Los que dan por sentado que los precios subirán aún más en el futuro también tendrán en cuenta esta circunstancia en sus negociaciones salariales y exigirán un sueldo más alto.

Algunas empresas estadounidenses como Amazon o Target emplean a millones de personas, y muchos de esos puestos de trabajo se consideran mal remunerados.

El salario por hora, que oscila entre los 15 y los 20 dólares, ya está muy por encima del salario mínimo legal. De este modo, los grandes grupos empresariales han establecido un salario mínimo no oficial, lo que obliga a las demás empresas a seguir su ejemplo si no quieren quedarse sin mano de obra.

El presidente del Bundesbank prevé un aumento de la inflación

También en Alemania ha aumentado recientemente la tasa de inflación. En mayo, los precios al consumo subieron un 2,5 % en comparación con el mismo mes del año anterior, el mayor incremento desde septiembre de 2011. Aunque los datos de inflación de junio muestran un mínimo retroceso de la inflación hasta el 2,3%, es probable que se trate tan solo de un breve paréntesis antes de que se produzca en julio un nuevo salto de los precios debido al «efecto IVA». Hace un año, el Gobierno alemán redujo temporalmente el IVA, pero desde enero se aplican de nuevo los anteriores tipos impositivos, que son más altos, por lo que ahora vuelven a afectar de lleno a la inflación en comparación con el año anterior.

Así pues, es muy probable que en la segunda mitad del año se registren tasas inflacionarias superiores al 3%. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, cree incluso que es posible que se llegue temporalmente al 4% a finales de año, lo que seguiría estando ligeramente por encima de nuestros cálculos (véase el gráfico 3). Esto convierte a Alemania en uno de los países de la eurozona con una tasa de inflación superior a la media.

Dado que el personal cualificado es escaso, es probable que la evolución de la inflación se deje sentir también en las futuras negociaciones salariales. En la zona euro, la inflación alcanzó el 2,0% en mayo y el 1,9% en junio, con lo que se sitúa justo en el punto donde quiere tenerla el Banco Central Europeo (BCE).

Sin embargo, la inflación subyacente fue solo del 0,9%, muy por debajo de la de EE. UU. A lo largo del año veremos hasta qué punto afectará a Europa el impulso inflacionista estadounidense. Por lo pronto, el BCE no aprecia un efecto claro y prevé una tasa de inflación del 1,5% para 2022 y del 1,4% para 2023.

Nosotros somos precavidos ante este tipo de pronósticos tan precisos. Sería engañoso creer que la inflación puede predecirse y controlarse con tanta exactitud.

Es muy posible que, con estas previsiones, los representantes del BCE solamente quieran mandar el mensaje de que no hay riesgo de inflación, de que es algo transitorio que pronto habrá pasado. Desde el punto de vista del BCE, esto justificaría el mantenimiento de su política monetaria flexible. Si no hay riesgo de inflación, no es necesario ajustar los tipos de interés y no hay por qué suspender las compras de bonos. Que no cunda el pánico.

Pero si la gente llegara a la conclusión de que las previsiones de los bancos centrales son meras ilusiones y de que esta vez la inflación no es un simple fenómeno pasajero, entonces se perdería la confianza. La confianza en la capacidad del BCE para mantener estable el valor del dinero. La confianza en el dinero. Y ahí sí que regresaría de verdad la inflación.

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