Pero como sucede a veces con las fotografías, el curriculum no siempre nos hace justicia.
Es responsabilidad del candidato, tener el curriculum lo más interesante y atrayente posible. Creativo pero no en exceso. Conciso, con la información ajustada pero sin extenderse demasiado en contenido. Acorde al puesto al que se postula, etc. Son muchas las consideraciones que la persona debe tener en cuenta para mostrar un documento impecable y perfecto.
Pero, ¿cuántos de estos curriculum no pasan ese primer filtro, no son valorados ni mirados siquiera?
¿Realmente es un documento eficaz para seleccionar a una persona?
Seguramente, muchos de los candidatos que optan a un puesto y no pasan el primer filtro, también podrían encajar si se pudiera dedicar más tiempo a mirar curriculums de un modo menos superficial y no tan acelerado.
Según un estudio realizado en 2018 por el portal de empleo digital https://www.theladders.com/, el reclutador dedica 7.4 segundos a mirar un curriculum, frente a los 6 segundos que empleaba según otro estudio realizado tiempo atrás por el mismo portal.
Podría decirse que han mejorado los datos entre el primer estudio y el último, pero, ¿realmente es suficiente 7 segundos para saber si una persona puede encajar en un puesto de trabajo o no?
En base a estos resultados, es lógico pensar que la persona debe emplearse a fondo para redactar su curriculum cumpliendo todas las recomendaciones necesarias (y algunas más) para captar la atención del reclutador y conseguir que el suyo sea uno de los pre-seleccionados en esa primera criba curricular.
Un curriculum perfectamente redactado y diseñado pero que por alguna circunstancia o detalle no haya sido tenido en cuenta por el reclutador, (sin olvidar el componente humano para llevar a cabo esta tarea), puede dejar de lado involuntariamente personas que quizá no cumplan todos los requisitos 100%, pero suplen esas carencias con unas adecuadas “Soft Skills”, habilidades que son tan necesarias e importantes como los requisitos imprescindibles para optar a un puesto.
Este término inglés “Soft Skills”, del que nos hemos apropiado como tantos otros, hace referencia a competencias mal denominadas “blandas”, suaves, sociales, de comunicación, que parecen tener un toque peyorativo como de segundo nivel frente a las “Hard Skills”, habilidades duras, conocimientos, certificaciones o títulos, altamente valorados.
Esos curriculum que pasan desapercibidos por imposibilidad material, de recursos, tiempo o políticas departamentales y de empresa, pertenecen a personas que podrían desempeñar satisfactoriamente trabajos para los que a priori han sido descartados.
¿Qué necesitaríamos para revertir esta situación y optimizar los procesos de selección?
Dedicar tiempo y recursos a analizar un curriculum, para empezar más de 7.4 segundos. Llamar y contactar al candidato, conocerle. Establecer una conversación, no un examen. Crear un ambiente de comunicación fluido donde ambos permitan conocerse mutuamente, el desempleado mostrando qué puede aportar a la organización y el reclutador enseñando si la empresa es el lugar idóneo para ese candidato.
Quizá actuando de esta forma, el ansiado “match” pueda llegar a producirse.
Un curriculum solo no es suficiente.
7 segundos tampoco.
“El secreto para contratar a los mejores es: buscar a personas que quieran cambiar el mundo.”
MARC BENIOFF