Desde la reunión del BCE de diciembre, la inflación de la UEM ha seguido sorprendiendo al alza, alcanzando un nivel récord del 5% en diciembre. Antes de la reunión de esta semana se publicará más información sobre la evolución de la inflación en enero, pero creemos que las cifras estarán por encima de las previsiones del BCE, ya que los precios de la energía no se han moderado como se esperaba. Por otro lado, las expectativas de inflación del mercado han bajado desde principios de año (la previsión a 5 años ha bajado del 2% al 1,8%). Por lo tanto, se espera que Lagarde evite un cambio excesivamente agresivo este jueves. Esperamos que el BCE mantenga su discurso sobre el carácter "temporal" del actual repunte de la inflación. Otros meses de sorpresas al alza en la inflación no deberían provocar ningún cambio sustancial en la postura del BCE. Podrían surgir algunas preocupaciones en marzo si las previsiones actuales de la inflación muestran una revisión al alza a medio plazo.
A pesar de la división interna en el Consejo de Gobierno con respecto a la inflación, esperamos que el BCE inicie su ciclo de subidas lentas no antes del segundo/tercer trimestre de 2023 y el tono del anuncio de política de febrero no difiera mucho de lo que escuchamos en diciembre.
Lagarde había dejado claro en una de sus últimas declaraciones que el BCE tiene buenas razones para no actuar con tanta rapidez como la Fed, lo que reduce los riesgos de que la "presión de los homólogos" sea el principal motor de la actuación del BCE. La evolución de la inflación y de las expectativas de inflación será el factor clave para que el BCE empiece a subir los tipos y, para entonces, se habrán celebrado varias rondas de negociaciones salariales y el BCE tendrá una visión más clara de las presiones inflacionistas subyacentes.