MILEI JURA SU CARGO COMO PRESIDENTE DE ARGENTINA
· Por Pablo Sanz Bayón, Profesor de Derecho Mercantil, ICADE
Como sucede con todas las elecciones presidenciales con un resultado disruptivo, la producida en Argentina con la victoria de Javier Milei supone no sólo un terremoto de índole interno que pone fin al peronismo, sino también un seísmo de carácter geopolítico. Un temblor de gran magnitud que implica un cambio de posicionamiento internacional para un país arruinado pero que tiene capacidad de volver a jugar un papel determinante en el devenir del continente sudamericano. La llegada al poder de un supuesto outsider tan histriónico como Milei se explica sencillamente porque la situación de la sociedad argentina lleva tiempo siendo muy desesperada. Una sociedad devastada por una hiperinflación ha suplicado urgentemente un cambio. El discurso de Milei, propagado a golpe de eslóganes panfletarios y soflamas televisivas, podrá gustar o no, pero ha sido coherente y claro, sin dobleces. Su carga ideológica es netamente anarcocapitalista, aunque podría a veces confundirse con la de un programa liberal. Cuestión diferente es que la sociedad argentina se haya querido autoengañar optando por un discurso de este cariz. Un autoengaño que no sería por otra parte algo extraño al ethos social argentino, en la línea del psicoanálisis freudiano que tanto se cultiva en los divanes bonaerenses. Para Freud, el autoengaño es un mecanismo de defensa. Y lo que ha hecho el electorado argentino ha sido defenderse del peronismo, quizá autoengañándose con Milei.